Mediante una prosa sencilla y directa, la autora nos informa del cine en Jalisco desde diferentes perspectivas, siempre desafiando los parámetros de lo considerado "buen" o "mal" cine, pues aún en este último caso, la cinematografía expresiva visiones de la sociedad y su contexto. Entre las perspectivas abordadas, se encuentran el recuento histórico de lo más relevantes que se ha filmado en ese estado, iniciando nada menos que en 1896 con los camarógrafos Claude bon Bernard y Gabriel Veyre, enviados por los hermanos Auguste y Loius Lumiére para dar a conocer el Cinematógrafo en estas tierras y que a la vez filmaran escenas costumbristas de estas tierras exóticas. Lo cual se volverían con el tiempo destino manifiesto para Jalisco, pues desde entonces quedó retratado como sinónimo de terruño campirano y cuna de la mexicanidad. El recuento del cine en Jalisco de ese libro, también detalla los posteriores esfuerzos de individuos e instancias culturales jaliscienses por realizar cine contra viento y mara desde inicios del siglo XX hasta la década de los 90. La segunda perspectiva nos lleva a conocer sobre los múltiples cintas nacionales que destacaron a Guadalajara como ciudad moderna, sobre todo a partir de que la ciudad fue drásticamente modificada en la fisionomía de su centro histórico en los años 50. Es así que puede observarse que consistentemente el cine e mediados de los 60 enfatiza en sus tramas diferentes formas de habitar esta ciudad mexicana.El libro también nos habla de algunos rodajes importantes ocurridos en Puerto Vallarta como la cinta de Hollywood la Noche de la Iguana (1963) y cómo los cineastas dejaron implícitamente en algunas cintas, una visión colonialista dejaron implícitamente a algunas cintas, una visión colonialista de este importante polo artístico del país. Es así que tocan aspectos poco difundidos el cine filmado en Jalisco: su historia y la interpretación de los principales ciudades del estado.