Con este libro se busca que tanto los niños de entre 5 y 10 años, que ya saben leer, como los más pequeños, a través de las ilustraciones y de la lectura por parte de los padres, se acerquen a la poesía de manera amena y divertida. En la cuarta de forros, la poeta María Baranda nos dice: ¡A la mar!, nos grita Miraceti Jiménez ¡A la mar! Habrá que ir porque ahí hay una isla y en la isla una garza, una playa, un enorme caracol con sonido de cantante, un pelícano que se zambulle, cangrejos muy audaces, medusas y tortugas, un albatros de alas gigantes, un hermoso papalote y un pulpo que saluda y dice adiós. Toda la risa está en el horizonte y los sueños de un pirata en un faro que alumbra de noche. Son poemas tan alegres que nos hacen sentir que hay que ir al mar a recoger un poco de felicidad. Miraceti Jiménez ha creado un mundo único y especial en donde las palabras son para escuchar, para jugar pero también para bailar. ¡A la mar, a la mar! Vamos rápido, no se nos vaya a olvidar. Se trata de 16 poemas ilustrados con temática marina: animales que habitan en el mar o en las costas, objetos y situaciones que tienen relación con el mar, como el faro o los lancheros que llevan a los turistas a conocer las zonas de manglares, cerca de islas y lagunas. Comienza con un viaje a la playa, lo que resulta muy emocionante para los pequeños, y de ahí deriva hacia la descripción poética de la vida cotidiana de los animales, así como de lo que sucede en torno a este viaje: recorrer la playa y recoger conchas o ver por primera vez un faro cuya luz da vueltas para alertar a los barcos. Al mismo tiempo, se pretende que los niños conozcan y respeten la vida marina con todo lo que implica: los animales, como aves y cangrejos que viven en la zona de playa, y los que viven mar adentro y que no podemos ver, como delfines y ballenas, e incluso albatros. Para ello se emplean recursos retóricos como la rima y la métrica, pues, aunque se trata de verso libre, se busca la musicalidad del poema; también se juega con la disposición tipográfica del verso, así como con las metáforas. La ilustradora tiene deficiencia visual (ceguera cortical) que no le ha impedido plasmar gran emotividad y luz en sus ilustraciones.