Hubo un tiempo en el que el diseño de hoteles venía dictado por las tendencias marcadas por las viviendas más a la moda del momento. Los interioristas se fijaron en las tendencias de los diseños residenciales pensando que la aplicación de una estética hogareña aportaría el máximo de relax y confort a los huéspedes. Sin embargo, esa época ha quedado atrás; lo habitual es que hoy sea el diseño de hoteles el que dicta las tendencias del diseño residencial y que arquitectos e interioristas frecuentemente utilicen como fuente de inspiración los elegantes y modernos nóteles repartidos por el mundo para proyectar viviendas vanguardistas en todos los rincones del globo.
No obstante, sigue siendo habitual encontrar hoteles de lujo configurados siguiendo los ejemplos clásicos de opulencia y suntuosidad. Actualmente, los clientes de hoteles avezados buscan alojamientos que trasciendan la mera decoración de corte clásico. Ya que el listón en cuanto a los gustos globales se ha colocado muy alto, los hoteles se esfuerzan por generar experiencias estéticas que lleguen a deleitar e incluso a provocar a sus clientes más exigentes. En algún momento se llegó a creer que el diseño contemporáneo no era confortable, que no era suntuoso o que no despertaba el deseo de los clientes; sin embargo, son muchos los hoteles de todo el mundo que han demostrado que el confort es universal, sin importar las líneas de una silla, el tamaño de un vestíbulo o el color de las alfombras o las paredes.