Las crónicas que integran este volumen muestran a un México en el que el Estado traiciona su razón de ser para convertirse en el principal agresor de la sociedad. Aquí hay soldados que asesinan y desaparecen inocentes, policías que simulan ejecuciones, enfermeras que curan víctimas para entregarlas a nuevos ciclos de tortura. A través de los relatos de una mujer que sobrevivió al martirio del Ejército, de una empleada de limpieza que luchó por la libertad de su esposo acusado de ser terrorista, de madres que confrontan a los secuestradores de sus familiares, de un niño a quien se le arrebató la posibilidad de conocer y amar a su padre, se evidencia lo irrefutable: hoy es imposible distinguir la diferencia entre el poder del gobierno y el de los criminales. La realidad que aquí se exhibe suele ser omitida en otras narraciones. Este libro refleja la capacidad de los seres humanos que tras ser vejados logran otorgarle un sentido a su historia de horror para continuar con sus vidas. En estas líneas convergen la desazón, la orfandad y la angustia que la violencia del Estado deja a su paso, junto con el amor, la resistencia y la compasión. Nadie les pidió perdón indigna y conmueve. Con rigor periodístico, la autora hilvana testimonios, entrevistas, investigación de campo y una exhaustiva revisión de expedientes para dar voz a las emociones humanas: el amor, el dolor, la culpa, y la esperanza.